Es curioso cuando él la escribe para pedirla perdón. Sobre
todo es curioso porqué ahora él hace aquellas cosas que la negaba rotundamente
no hacer. Qué dilema tan grande y como cambian las cosas. ¿Qué es realmente lo
que él pretende con esto? Y lo gracioso de todo que cuando la escribe, tiene él
el valor de decirla que se la nota que es feliz. Si él supusiera, sólo una milésima
parte, de que ella a veces se ahoga en gritos sordos, que algunas noches llora
en silencio para que no se entere su cicatrizado corazón… entonces comprendería
que su sonrisa viste su cara, que es su más fuerte armadura, para decirle al
mundo que todavía no se ha rendido.
Da igual, de todas formas ella le ignora, ya está demasiado
cansada de ser su juguete para entretenerle cuando él se aburre. Ya no es su
muñeca de trapo...
No hay comentarios:
Publicar un comentario