Con el paso de los años he aprendido que no todo aquel que
te rodea es merecedor del título de la amistad. Nos encontramos con personas
que llevan mucho tiempo a tu lado, pero son incapaces de celebrar tus
victorias, sino más bien se alegran de tus derrotas, son incapaces de
comprender que tu vida es igual de importante que la de ellos, y que por tanto
tu tiempo y tus actos son igual de valiosos que los del resto. Qué tu
disponibilidad, amabilidad, generosidad, bondad... debe ser constante y debes
estar al 100% por ellos, pero no esperes recibir la misma gratitud, porque no
es cosa de ellos. Además si pueden tener ocasión de hundirte, ten por hecho,
que son los primeros en atarte el hormigón en los pies para que caigas en lo
más profundo.
La indiferencia es lo más común que puedes recibir a cambio
además de la ingratitud, y a pesar de ofrecerles tu ayuda, amigo, no esperes
recibir su mano, más bien, su pie, con la patada de un hasta luego no quiero
saber de ti hasta la próxima vez que te necesite.
Bueno pues bien por mucho que te jures no volver a caer
sobre sus redes, tú, a pesar de todo, crees en la amistad, y piensas, que debes
dar oportunidades, como buena persona, por no decir por lo estúpido que eres.
Pero igual, llega un día en que de tanto dejar el grifo abierto de la tomadura
de pelo, uno se cansa y lo cierra. ¿Qué ocurre? Que acabas convirtiéndote en el
malo de la película.